donde caemos en la cuenta de los quilates del amor de Dios. ¿Qué Padre es capaz de ofrecer a su único para y por salvar a alguien? Dar la vida por los demás por unas horas, por un mes o por un año…resulta fácil. ¿Y darnos totalmente? ¿O entregarnos en cuerpo y alma? ¿Y dejarnos clavar, insultar, lacerar o escupir por la salvación de los demás? El “Tomen y coman” y “Tomen y beban” llena nuestras entrañas y nuestras venas del mismo Cuerpo y Sangre de Cristo y, cuando así lo creemos y sentimos, vemos que nuestros cuerpos y nuestra sangre se mueven y se desviven por lo mismo que conmovió a Jesucristo: la gloria de Dios y el bienestar de los hermanos. No es lógico, por lo tanto, en este día del Corpus Christi, acentuar exclusivamente el dolor de los cuerpos de los hermanos (aunque tengamos que salir en su auxilio). Hoy, especialmente hoy, clavamos nuestros ojos en el Cuerpo de Cristo, saboreamos su Sangre redentora para que, luego, nos infunda su valor, su valentía y su radicalidad para luchar lo que haga falta, donde haga falta para que, nuestra misericordia, sea humana y divina, constante y sin tacha, alegre y virtuosa, respetuosa y humilde, silenciosa e ilimitada. ¿Cómo? Con el Sacramento de la Eucaristía. Amemos y Vivamos la Eucaristía, siempre. Paz y Bien